Todo lo que hay que saber sobre blancos y rosados

“La Argentina es un país tintero”. Contundente y directa, esta afirmación sostiene que los consumidores argentinos prefieren, más allá del maridaje, la compañía o la circunstancia, vinos tintos por sobre blancos o rosados. Dato estadístico sustentado a partir de una innegable realidad en las mesas nacionales, de todos modos, hoy la balanza se ha equilibrado. Sí, no todo es color rubí o violáceo en una copa.

¿Las razones? El público sibarita busca nuevas tendencias, quiere adentrarse en diferentes estilos de elaboración, le interesa meterse de lleno en cepas novedosas y hasta en terruños otrora desconocidos, que brindan un sinfín de etiquetas innovadoras.

Además, a diferencia de lo que sucedía años atrás, los wine lovers empiezan a darle importancia al clima, según la estación del año. Por ello, en verano, pican en punta blancos y rosados. El sol es intenso, las temperaturas sofocantes superan los 30 grados y es necesario darse una buena refrescada en la pileta o debajo de las olas del mar.

Afín de apaciguar estos calores agobiantes, los consumidores eligen descorchar vinos “estivales” o “veraniegos” pues son frescos, ágiles, dinámicos y fáciles de beber.

Es tiempo, entonces, de vinos blancos y rosados. Ligeros, sin contacto con la barrica y con alcoholes bajos, son los protagonistas principales de la temporada más calurosa. Sobresalen, además, por su frutosidad, expresividad en nariz y boca, y tipicidad varietal a flor de piel. Lo interesante es que pueden beberse solos (aperitivo) o en tándem con platos livianos de verano.  

¿Qué caracteriza a los vinos blancos y rosados? ¿Cómo se elaboran? ¿Qué los diferencia de los tintos?

Vayamos a la distinción más importante. Los vinos tintos que encontramos en vinotecas, tiendas especializadas y supermercados, se elaboran con uvas tintas, cuyo jugo es incoloro. El color está en la piel u hollejo. El proceso de transferencia de color se da a través un proceso denominado maceración, que se produce al mismo tiempo que la fermentación.

La maceración consiste en sumergir las pieles en el mosto (jugo) para que afloren todos los componentes: antocianos (responsables de darle el color al vino), taninos (antioxidantes) y aromas primarios (propios de la variedad).

Hecha esta importantísima aclaración, cuando nos referimos a los vinos blancos, tenemos que saber que fermentan sin contacto con las pieles. Esto se da gracias a la acción del prensado directo y he aquí la gran diferencia entre vinos blancos y tintos, que, como hemos indicado, fermentan con las partes sólidas.

¿Qué busca el consumidor en un vino blanco?

Frescura, fruta, tomabilidad. Por ese motivo, el líquido no tiene contacto con los hollejos (de lo contrario, sería un vino naranjo) y, consecuentemente, no tiene presencia tánica, ni brinda sensación de astringencia o rugosidad en paladar. Los vinos blancos tendrán, por ende, menor cantidad de componentes fenólicos que los tintos.

Aconsejamos beber este tipo de vinos en un rango de temperatura que oscile entre 8° y 10°. Recordemos que los blancos atesoran mayor acidez, frescura y poseen menos estructura y concentración. En general, son más livianos, siendo la estrella indiscutida de la temporada primavera/verano.

De todos modos, los blancos no están solos bajo los rayos del sol. El protagonismo es compartido con los vinos rosados, versátiles comodines, que cada vez más despiertan el interés del público local.

Camaleónicos, refrescantes, con leve presencia tánica, pero con la ligereza de un vino blanco, el vino rosado es un auténtico as bajo la manga en cualquier situación.  

Elaborados con uvas tintas (el color rosé o “piel de cebolla” se debe a la maceración explicada en las líneas anteriores), el mosto queda con un color muy tenue, pues el contacto entre hollejo y líquido es muy corto. Dura apenas un puñado de horas para que no se convierta en un vino tinto propiamente dicho.

Esta acción se conoce con el nombre de maceración atenuada. En nuestro país, la tendencia es obtener un color apenas perceptible, a diferencia de lo que sucedía hace un par de décadas, cuando los rosados se confundían literalmente con los tintos.

En relación a sus características, recomendamos también beberlos entre 8° y 10°, debido a su frescura y propiedades similares a los vinos blancos. Si bien el escaso contacto con las pieles aporta cierta tanicidad, las notas de cata son muy similares a los blancos.

Dato a tener en cuenta: los vinos rosados dejaron de consumirse solo en verano, para estar de moda durante todo el año. Mérito enorme de nuestros winemakers, que perfeccionaron este estilo de vino siempre versátil y muy identificado con los tiempos estivales.

A continuación, tres vinos imperdibles para disfrutar (con responsabilidad y moderación), en los calurosos atardeceres de verano que imperan en estas latitudes:

Famiglia Bianchi Viognier. Vino vivaz desde su seductor color amarillo verdoso, límpido y brillante. Sus expresivos y frescos aromas de flores blancas y frutos tropicales se conjugan a la perfección con notas de carácter mineral que cede el terroir del Valle de Uco. En boca es ágil, con una acidez natural envolvente y balanceada, en la que el paladar se sorprende con notas florales y frutales, que invitan a seguir bebiendo.

Famiglia Bianchi Chardonnay. Vino atractivo de color amarillo verdoso. Seductor en nariz, sobresale por sus delicadas notas cítricas y de frutas tropicales (ananá, mango) y de frutas blancas (manzana, durazno blanco). Un líquido que adquiere elegancia y fineza con sus delicados aromas de vainilla, extraídos por su sutil crianza en barricas. En boca es fresco, complejo, con muy buena acidez, de buena estructura y final prolongado.

Famiglia Bianchi Rosé Blend. De sutil color rosado, seductor y casi imperceptible, que nos recuerda a la prestigiosa región francesa de La Provence, en nariz impacta con sus aromas a frutos rojos frescos, en sintonía con toques florales (violetas), típicos del Malbec, en plena armonía con dejos de frambuesa, característicos del Pinot Noir. Fresco y mineral, el vino da sensación de juventud y vivacidad. En boca es delicado, refrescante y equilibrado.

Este verano te invitamos a descubrir la magia de los blancos y los rosados de nuestra bodega para apaciguar el calor y atesorar buenos momentos.